La justicia no se justifica
Cierto día, no muy cercano y si muy lejano me encontraba caminando por las calles de Ciudad del Cabo, Sudáfrica. Caluroso y ventoso el día se me hacía cada vez más largo, lo recuerdo como el más largo de mi vida, y a continuación verán porque.
Viernes 7 de Abril de 1981.
Querido diario, me encuentro muy sola y triste en este lugar tan remoto en el cual me encuentro. Hace ya 14 meses que me fui de casa y ya cuento los días para volver a mi tierra. Se que esta decisión que tomé es la correcta pero ya no lo soporto más.
ALGUIEN VIENE, TENGO QUE DEJAR DE ESCRIBIR. CHAU.
Escondo mi diario debajo de mi cama y escucho unos pasos acercándose hacia mla puerta de mi habitación. Respiro. Era Sarabi, mi amigo de la cabaña, es un enano muy cariñoso aunque muchas veces no lo comprendo ya que padece de bipolaridad y nunca se con cual va a salir.
-Alguien te busca Margarita, me dice Sarabi.
-¿Quién es ahora?
-No lo sé, solo me dijeron que te apures porque necesita verte urgentemente.
Con el corazón en la garganta y un nudo en el pecho me dirigo hacia la puerta de mi cabaña, recordé que solo hay una luz en toda la cuadra y decido agarrar mi navaja con filo que siempre tengo a mano por las dudas.
-Abrí la puerta Marga, traigo noticias para vos y te las tengo que entregar de manera inmediata. Me dice un hombre con una voz profunda y rasposa.
-¿Quién sos y por qué tenes información de mi? le pregunto.
-Es de parte de tu madre, quiere comunicarse con vos, esta muy preocupada.
Abro la puerta lentamente y noto que el hombre esta acompañado de un perro de color negro que parecia estar en estado de alerta, el hombre con anteojos oscuros y sombrero alto procede a entregarme la carta que efectivamente estaba escrita con la letra de mi mama.
-Gracias, ¿necesitas algo más de mi?.
-No, eso es todo señorita, ya me tengo que retirar.
Corro hacia mi habitación ya que es el único lugar de la cabaña donde puedo estar sola y sin escuchar turistas hablando de sus aventuras en la selva (la única conversación que escuchó hace meses, y a decir verdad ya estoy cansadisima de que repitan siempre las mismas anécdotas). Noto que la carta tiene aroma a mi hogar, dulce hogar, y de repente en mi mente ya no es un lugar horrendo y feroz mi casa sino que lo recuerdo como cuando era pequeña y volvía del colegio a merendar con mis hermanas y mi tía, y de repente las memorias hostiles se fueron desapareciendo a medida que iba leyendo la carta.
Margarita querida,
no sabes lo mucho que deseo verte y abrazarte, te necesito más que nunca. Sé que seguramente no vayas a responderme esta carta que te mando por quinta vez en el mes pero es necesario que sepas lo que está pasando acá. Carlos, otra vez, me tiene amenazada a mi y a tus hermanas, dice que si no volvés a casa va a incendiar todo el vecindario. Esta vez es muy serio y ya nos mandó pruebas de que está dispuesto a hacerlo.
Cudate hija, no te olvides de nosotras.
Para que estés más protegida te mando el reloj del abuelo de cuando era joven junto con un papiro con un jeroglífico egipcio del bisabuelo Manuel, te va a traer suerte.
Te amo, Mamá.
No puedo creer que otra vez Carlos se esté entrometiendo con mi familia, pensé que ya lo había descartado de mi vida para siempre, al parecer nada le es suficiente.
Me dirijo rápidamente hacia el primer correo que encuentro y Sarabi al verme tan desesperada decide acompañarme, me tengo que acostumbrar a su paso lento por las condiciones de su cuerpo, y aunque esté muy apurada yo camino a su velocidad.
Llegamos a un lugar muy oscuro donde había un cartel que parecía tener la forma de un correo, notamos que era un espacio muy inhabitado y bastante sucio, hay restos de espejos rotos en el piso y un olor muy fuerte como a pescado podrido.
Sarabi me señala el buzón donde debo enviar la carta. Y con el mismo papel que me mandaron, del otro lado escribo “MATALO”, pongo la dirección de mi casa y la deposito en el buzón.
Los proximos dias fueron los mas tranquilos de toda mi existencia, fui a recorrer Sudafrica como si fuese la primera vez que lo habitaba. Invite a todos a comer una paella, hice las tareas de la casa despues de mucho tiempo, y estuve tomando sol hasta quedarme tostada.
Carlos apareció muerto 6 días después. La policía lo determinó como muerte natural. La familia lo enterró al día siguiente, fue un velorio de 4 personas. No hubo llantos.
Sé que lo que estoy declarando va a condicionar la libertad de mi persona en los próximos años, pero estoy dispuesta a someterme a cualquier castigo que me propongan.
Soy Margarita Justamente, tengo 27 años y soy culpable de un asesinato.
Claro eso si, del asesinato de un terrorista.
¿Soy una asesina?
Cudate hija, no te olvides de nosotras.
Para que estés más protegida te mando el reloj del abuelo de cuando era joven junto con un papiro con un jeroglífico egipcio del bisabuelo Manuel, te va a traer suerte.
Te amo, Mamá.
No puedo creer que otra vez Carlos se esté entrometiendo con mi familia, pensé que ya lo había descartado de mi vida para siempre, al parecer nada le es suficiente.
Me dirijo rápidamente hacia el primer correo que encuentro y Sarabi al verme tan desesperada decide acompañarme, me tengo que acostumbrar a su paso lento por las condiciones de su cuerpo, y aunque esté muy apurada yo camino a su velocidad.
Llegamos a un lugar muy oscuro donde había un cartel que parecía tener la forma de un correo, notamos que era un espacio muy inhabitado y bastante sucio, hay restos de espejos rotos en el piso y un olor muy fuerte como a pescado podrido.
Sarabi me señala el buzón donde debo enviar la carta. Y con el mismo papel que me mandaron, del otro lado escribo “MATALO”, pongo la dirección de mi casa y la deposito en el buzón.
Los proximos dias fueron los mas tranquilos de toda mi existencia, fui a recorrer Sudafrica como si fuese la primera vez que lo habitaba. Invite a todos a comer una paella, hice las tareas de la casa despues de mucho tiempo, y estuve tomando sol hasta quedarme tostada.
Carlos apareció muerto 6 días después. La policía lo determinó como muerte natural. La familia lo enterró al día siguiente, fue un velorio de 4 personas. No hubo llantos.
Sé que lo que estoy declarando va a condicionar la libertad de mi persona en los próximos años, pero estoy dispuesta a someterme a cualquier castigo que me propongan.
Soy Margarita Justamente, tengo 27 años y soy culpable de un asesinato.
Claro eso si, del asesinato de un terrorista.
¿Soy una asesina?
Hola Jaz!! Me gustó mucho tu cuento, es muy atrapante y - más allá de ser ficción - deja abierto un debate interesantísimo acerca de la concepción de justicia que cada uno de nosotros tiene.
ResponderEliminarEn tus posteos se nota que tenes una redacción muy fluida en general y una gran imaginación.
Me encanta que a casi todas las entradas le pongan una imagen, yo también lo hago y siento que le da un toque más llamativo a cada una de ellas.