Miedo a vivir con miedo


Una anciana en un Italia, va a un restaurante, encuentra dos millones de dólares, vuelve a su casa, se suicida.

Allá en 1962, no era muy común encontrarse esa cantidad de dinero en un lugar público, no como ahora. Las cosas cambiaron mucho. Pero claro lo que no cambia es la reacción de cualquier ser mortal al atravesar una situación tan inhabitual como esa (vuelvo a repetir que ahora sí es habitual pero en aquella época no) y bueno lo normal, se tuvo que quitar la vida. No iba a dejar que nadie la acusara de nada que esa vieja no era.

Stella era su nombre, pero todos en su pueblo le decían “Fumito” por su pelo tan característico color ceniza. Fumito o Stella era una persona encantadora, le gustaba mucho visitar a los perros de la perrera de la esquina, y lo hacía como rutina diaria. Viuda, sin hijos, ni parientes cercanos, sólo tenía a su primo Adriano pero ya no se hablaban más porque la última vez que se vieron le había puesto demasiado queso Parmesano a la pasta de los domingos que Stella había cocinado. Un delito.

Todos en el barrio al verla sonreían inmediatamente, pero no era por ser una vecina muy amada, sino porque le faltaban tres dientes y cuando abría la boca era inevitable no quedarse perplejo ante tal ausencia.

Stella esa noche tenía mucho dolor de cabeza y decidió no pedir pizza como todos los jueves a la noche, ese día eligió ir al restaurante favorito de su amado esposo fallecido, “IL FORMAGGIO”. Ese lugar era muy emblemático por la cantidad de mafiosos italianos que se juntaban a comer pizza a la piedra. Fumito sin compañía alguna, no tuvo ni miedo ni pudor de sentarse sola allí. Pero no sabía lo que le estaría por ocurrir en las próximas horas.

La anciana pide dos porciones de pizza napolitana y al no poder masticarla del todo bien por su ya comentado problema bucal, cae al piso del restaurante.
Al atragantarse en el suelo se queda paralizada al notar algo asombroso debajo de la mesa.
Cuatro fajos de billetes de color verde.
Ya sin oxígeno en su cuerpo toma el dinero que no le pertenecía y huye del restaurante.
Sin pagar la cuenta, y dejando una porción y media de pizza, camina rápidamente hacia su casa. Con una mano en el dinero y otra en su cabeza al no poder creer lo que estaba ocurriendo, por fin llega a su hogar.

Cuenta los billetes que había agarrado y si, efectivamente habían dos millones de dólares en la casa de Fumito. Esta al no saber qué hacer con esa “suerte” extraña que estaba padeciendo decide esconderlo debajo de su colchón.

Pasaron tres horas de aquel evento y no podía dormirse de la emoción tan grande que manejaba. Su cabeza le daba vueltas por todos lados y su débil cuerpo temblaba.

Ante tal desesperación la vieja toma la bandita elástica que se encontraban en los billetes y se la coloca en el cuello, y como no sentía suficiente presión dió una vuelta más, y otra más.

Stella se había suicidado.







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